Febrero es la apuesta.

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Transitamos la primera semana de febrero, el mes que inicia el regreso con más potencia del público a los teatros, luego de un enero que, en nuestra actividad, estuvo dividido por dos quincenas con comportamientos muy distintos.

En la primera, con varias suspensiones temporarias en todas las plazas por casos positivos de Covid ante la renovada irrupción sobre navidad, sumado a la ola de calor histórica que impactó para la merma de la concurrencia, fundamentalmente en las ciudades de Buenos Aires y Mar del Plata.
Bien distinta fue la segunda.

En los últimos días del mes se fue amesetando la curva sanitaria general, de proporcional impacto también en nuestro ambiente, lo que permitió el regreso mayoritario de aquellas compañías suspendidas por una semana, ajustadas al protocolo que rige nuestra profesión.

Asimismo el tema de la pandemia funciona como espejo en la percepción de la audiencia teatral.
El balance es similar, sin límites geográficos, al evaluar cuánto impacta.
La percepción por parte de las audiencias es lo más complicado de modificar, incluso cuando sobran a la vista los resultados y la propia ciencia médica se expidió sobre cómo el teatro ha minimizado los riesgos.
Lo comprobamos en la última parte del año pasado: bajaron los contagios y creció rápidamente la ocupación de butacas.
Tenemos decenas de miles de testigos entre el público que ya concurrió en más de un año desde la apertura y la mejor prueba son tantas figuras públicas que noche a noche trabajan sobre los escenarios del mundo. No se conoce un solo caso que vincule al teatro con el problema sanitario.
Por suerte, siempre, incluso en estas épocas de  incertidumbre, existen los éxitos, como también los fracasos en épocas de bonanza.

Hay que ser muy cuidadosos para no endilgarle solo a lo sanitario el poco interés por algunos espectáculos. La proporción de éxitos contra espectáculos que no funcionan es inherente a nuestra profesión desde siempre y para siempre.
Una particularidad a observar con cierta inquietud -y que ya supimos vivir- radica en la marcada polarización a favor de los nombres propios que arroja la actual elección del público. En las tres plazas más fuertes del verano (Buenos Aires, Mar del Plata y Villa Carlos Paz) aquellos encabezan notoriamente las preferencias por sobre los espectáculos de repertorio o corales.

Surge como dato positivo que más compañías volvieron en la última semana de enero a los escenarios que las que se detuvieron por tener que cumplir el aislamiento.
Para ello mucho tuvo que ver el dinámico esfuerzo de las distintas producciones, tanto para reorganizar reemplazos artísticos como para crear aceitados enroques de roles en los equipos de trabajo.

Eso quedó reflejado en una mayor cantidad de funciones y por ende en más localidades vendidas a medida que el mes avanzó, lo cual permite inferir un mejor plafón de asistencia para el segundo mes del año que está comenzando. Apostamos a eso.