Teatro en Nueva York, Londres y Buenos Aires

Compartir:

Se suele afirmar que Buenos Aires se ubica detrás de las ciudades de Nueva York y Londres en el ranking teatral del mundo, considerando el conjunto de los circuitos que la integran, con sus similitudes y diferencias entre aquellas dos plazas en las cuales el género musical se ha convertido en sello excluyente.

Broadway busca mayor fastuosidad en sus producciones, las cuales comparte en muchos casos con el West End, aunque en esta última con más intentos en revalorizar contenidos y repertorio.
Seguramente por este motivo -acordando con la preferencia de nuestro público local- las propuestas que llegan a nuestro país desde afuera surgen, mayoritariamente, más cercanas a Leicester Square que a Times Square, aunque aquí se vendan como “de Broadway” porque resulta más popular y marketinero.

Broadway cumple 80 años desde el inicio del ímpetu de la comedia musical, la cual la convirtió en marca registrada y factótum privilegiado para el turismo nacional e internacional.
La Londres teatral viene de más tiempo atrás, también con mucho del género musical, pero bien cruzado con profundas obras de texto, sin dejar de lado algún suceso shakespeariano o entregas unipersonales innovadoras cada temporada. Su programación tan abarcativa se asemeja más a la nuestra.

Lo anterior también se grafica en los aforos de las salas y en las reacciones de las audiencias. Los teatros concentrados en el área de Broadway son generalmente de más capacidad, con escenarios más amplios para el gran show teatral y a la vez su público es mucho más altisonante en sus respuestas y aplausos.
El West End tiene sus teatros menos concentrados en un radio mayor, en general medianos de capacidad y el público guarda cierta formalidad por sobre la otra plaza. Para ser concreto en el ejemplo: prácticamente no se ven personas utilizando bernudas en un teatro de Londres incluso en pleno verano, mientras que en Broadway son mayoría.

Ambas plazas coinciden en la puntualidad rigurosa para el inicio de sus funciones. Esa maquinaria funciona a la perfección y la audiencia lo sabe.
Una hora antes del horario anunciado para el inicio de las funciones el público comienza a ingresar a las salas, ya que la ceremonia teatral comienza bastante antes que la puntual función.
También coinciden en respetar un mínimo de ocho funciones semanales a como de lugar, o bajar el espectáculo rápidamente si no cubre el interés de la audiencia.
Ambas plazas también fomentaron la actividad creando y sosteniendo el hábito, acostumbrando al público a encontrarse con cada espectáculo seis días a la semana -incluso en las obras de más de 150 minutos de duración- con dos días dobles.

Las dos plazas se diferencian en el criterio utilizado con los programas de mano.
El famoso Playbill se encuentra disponible gratuitamente en todos los teatros de Broadway, mientras que en Londres el espectador tiene que adquirir una revista del espectáculo si le interesa, o conformarse con leer en una pizarra, ubicada en el hall, los nombres de quienes actúan y los demás créditos del espectáculo.

Las filas de butacas en ambas ciudades están más cercanas entre sí que las de Buenos Aires. Aquí se alinean con una distancia de 90 cm. En Londres se instalan a 85 cm. mientras que en Nueva York se coloca a 75 cm. cada fila, buscando aprovechar el máximo espacio.
Hace mucho, en los dos sitios, que el público debe ubicarse en sus asientos sin el servicio de acomodadores: las filas pasaron al orden alfabético de adelante hacia atrás para facilitar su localización, solo manteniendo el número para ubicar cada butaca.

Coinciden ambas plazas en mantener un promedio de u$s 130 en las plateas de Broadway contra su equivalente en libras en el West End.
También en exigirse desde las salas a las producciones la obligatoriedad del intervalo, por un lado para no fatigar al espectador ante la larga duración de muchos espectáculos, como también para el funcionamiento de sus rentables Candy Bar y merchandising , que funcionan aceitadamente como parte de la salida para el público y como ingreso extra para las empresas.

Volviendo al inicio de esta columna y más allá de algunos de estos entretelones de nuestra profesión, resulta destacable el lugar que ocupa nuestro teatro en el mundo. El número de turistas que recibimos dista enormemente de la cantidad de visitantes que llegan a aquellas plazas; lo cual significa que las propuestas teatrales están sostenidas fundamentalmente por el consumo nacional.
En ese contexto resulta una novedosa curiosidad el crecimiento del teatro musical de producción local, el cual comienza a hacerse de un espacio destacado dentro de nuestras artes escénicas.
Parafraseando el título de una antigua comedia musical, en Argentina parece que ahora sí “están tocando nuestra canción”.